Espiritualidad Ignaciana

Fuente espiritual que nos ha nutrido y de donde hemos bebido

San Ignacio De Loyola (Fundador de la Compañia de Jesus)

El VII Capítulo General Ordinario nos dejó como legado una gran luz que nos ha hecho percibir con claridad y acoger como gracia recibida la Espiritualidad Ignaciana, fuente desde donde brota la Espiritualidad que como familia religiosa hacemos vida en la Iglesia, fortaleciendo así nuestra Identidad Mariana, para más amar y servir a Jesús.

Por la Espiritualidad somos llamadas a:

  • Buscar la gloria de Dios, procurando amarle y servirle en todo cuanto realizamos y mediante esto alcanzar la salvación de las almas y la extensión del Reino (Cf Const. HHA No.1).
  • Buscar y hallar a Dios en todas las cosas. Expresión de gratitud y alabanza a Dios por tanto bien recibido.
  • Vivir la Encarnación desde el abajamiento para una entrega humilde y desinteresada en el servicio a los más pobres y necesitados.
  • Desde el hágase de María servir con sencillez y desapego de la propia voluntad, buscando en todo el querer de Dios.
  • Actitud constante de discernimiento para escuchar la voz del Espíritu de Dios que nos habla en los detalles corrientes y prácticos de nuestras vidas, para responderle con humildad y alegría, sin apegarnos a nuestros propios intereses e ideas.
  • Amor y obediencia a nuestra Santa Madre Iglesia y a sus pastores.
  • Cuidado de la vida espiritual, por medio del acompañamiento, los Ejercicios Espirituales, la vida sacramental, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación; siendo éstos medios oportunos para llegar a la plena configuración con Cristo.
  • Humildad y actitud de conversión, manifestada en el examen de conciencia.
La Espiritualidad Ignaciana nos enriquece
“Con un corazón agradecido proclamamos las grandezas del Señor ante tanto bien recibido”
 
Afortunadamente nuestra Espiritualidad Mariana ha sido enriquecida por la Espiritualidad Ignaciana, debido al gran aporte que desde los inicios de la Reforma congregacional ha hecho la Compañía de Jesús a la Congregación, ante todo en la persona del Padre Benito Blanco Martínez, Co-fundador, 
En el trato cotidiano con los sacerdotes jesuitas la Congregación ha ido bebiendo de las fuentes de su Espiritualidad, infundiéndonos con sus palabras y la propia vida innumerables valores humanos y religiosos que hoy nos preocupamos por cultivar para una vivencia más genuina del Evangelio desde este estado de vida.

Entre los sacerdotes que hicieron aportes significativos al Instituto están Rvdo. Padre Francisco Pérez-Lerena y el Rvdo. Padre Fernando Arango, ambos sacerdotes Jesuitas, ayudaron a organizar la Congregación. En este orden hacemos particular mención del Rvdo. Padre Luis Oraá, a quien el Instituto le agradece inmensamente su asistencia directa en todo el proceso de revisión de las Constituciones, contribuyendo en la definición de aspectos importantes del Carisma y la Espiritualidad en las Constituciones ad experimentum, 1989. De igual manera en la redacción de las Constituciones vigentes, aprobadas en el año 1996. Estos sacerdotes junto al Padre Benito Blanco hicieron una escuela de discernimiento en nuestro Instituto para favorecer el crecimiento institucional y la libertad personal, orientada hacia Dios Padre y la comunión con los hermanos.
Con humildad y gratitud reconocemos que los Jesuitas siempre se han preocupado y ocupado de nuestra formación permanente y crecimiento espiritual, a través de innumerables temas, talleres, Ejercicios espirituales de un mes, acompañamiento espiritual, así como también en las celebraciones de la Eucaristía, para la cual siempre están dispuestos, y ante cualquier eventualidad sabemos que podemos contar con su servicio y apoyo.

Agradecemos a tantos Sacerdotes Jesuitas de quienes continuamos recibiendo formación y acompañamiento. En este orden es importante expresar que, tras la partida del Padre Benito Blanco, el 25 de Agosto del 2011, la Compañía de Jesús asumió la asesoría del Instituto. Desde la fecha contamos con la presencia del Sacerdote Fernándo Polanco, S.J. Provincial entonces y el Sacerdote Javier Vidal, quien continúa en la asesoría hasta el presente. Por ellos damos gracias infinitas a Dios.