Dios te llama

“Nada puede importar más que encontrar a Dios; amarlo y seguirlo nos lleva a la plenitud de la alegría”

Si escuchas la voz de Dios llamándote a un servicio, para vivir una vocación particular en la Iglesia, NO TENGAS MIEDO, el que te llamó no te dejará. Su gracia estará siempre contigo.

La invitación de Jesús: «Venid y verán» (Jn 1, 39) sigue siendo hoy la regla de oro de la pastoral vocacional. Con ella se pretende presentar el atractivo de la persona de Jesús y la belleza de la entrega total de sí mismo a la causa del Evangelio. Así pues, la primera tarea de nosotros los consagrados y consagradas consiste en proponer con la palabra y la fuerza del testimonio de nuestras vidas el ideal del seguimiento de Cristo, alimentando y manteniendo posteriormente en los llamados la respuesta a los impulsos que el Espíritu inspira en su corazón (VC 64)

Jesús te llama, no temas, camina tras Él y encontrarás la verdadera felicidad y el pleno sentido de la existencia.

 

“La contemplación de las cosas divinas y la unión asidua con Dios en la oración debe ser primero y principal deber de todos los religiosos” (Can. 663,1).

La Eucaristía es la fuente principal de nuestra vida cristiana. Ella nos ayuda a revivir sacramentalmente los lazos de fraternidad, a escuchar la Palabra y dejarnos interpelar por ella, a sintonizar progresivamente con la actitud sacrificial de Cristo con el que comulgamos en la Eucaristía y a renovar nuestro compromiso de servicio y solidaridad con los demás.

 

La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir, consagradas a Cristo bajo la acción del Espíritu y dedicadas totalmente a Dios como a su amor supremo. Buscando en todo la gloria de Dios, la edificación de la Iglesia y la salvación del mundo.

Si te motivas a ser parte de este proyecto ven, únete a nosotras ¡hablemos de vocación!, tú también puedes ser Hijas de la Altagracia