Los Jóvenes seguidores de Jesucristo, al estilo de la Santísima Virgen María
“Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”. Jesús es «joven entre los jóvenes para ser ejemplo de los jóvenes y consagrarlos al Señor». Por eso el Sínodo dijo que «la juventud es una etapa original y estimulante de la vida, que el propio Jesús vivió, santificándola» (Christus Vivit,1 y 22)
La Santísima Virgen siendo muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas, pues quedó conmovida y había cosas que no entendía (cf. Lc 1,34). Sin embargo, su corazón estuvo abierto, disponible para Dios; por ello dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38).
Los jóvenes han de admirar la fuerza del “sí” que María joven le responde al ángel, que más que un simple sí fue un “hágase en mí” que comprometió toda su existencia. Fue el “sí” de quien quiere arriesgarse, apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir “no”. Su sí se fundamentó en la obediencia de la fe, puso toda su confianza en el Dios fiel a sus promesas.
María era la joven de alma grande que se estremecía de alegría (cf. Lc 1,47), era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón (cf. Lc 2,19.51). Era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña «sin demora» (Lc 1,39) (Christus Vivit, 46)