Pastoral Juvenil

Pastoral Juvenil Juventud Mariana (JUMHA)

Las Hijas de la Altagracia asumimos como misión la apremiante necesidad de acompañar a los jóvenes a descubrir en Jesucristo la “fuente de agua viva” que satisface nuestra ansia de sentido y felicidad, para que, convertidos en “auténticos discípulos suyos, de la mano con María de la Altagracia, vivan los valores del Evangelio, se los transmitan con valentía a los que les rodean, e inspirados en éstos principios construyan un mundo más justo y reconciliado.

 

Para ello es necesario el fortalecimiento de una Pastoral Juvenil que favorezca “el encuentro personal y comunitario con Cristo, experiencia vital y fundante; que potencia todas las dimensiones de los jóvenes y de sus asesores. Asimismo, los jóvenes necesitan de la Iglesia discípula misionera, promotora de comunión y participación; que reconozca al joven como lugar teológico, le valore y haga germinar en él los dones y carismas del Espíritu que le harán constructores de una sociedad nueva y protagonista de la Nueva Evangelización (cf. DSD 1992: 253).

Los Jóvenes son llamados a la Santidad de vida
 
El corazón de la Iglesia está lleno de jóvenes santos, que entregaron su vida por Cristo, muchos de ellos hasta el martirio. Ellos fueron preciosos reflejos de Cristo joven que brillan para estimularnos y para sacarnos de la modorra. El Sínodo destacó que «muchos jóvenes santos han hecho brillar los rasgos de la edad juvenil en toda su belleza y en su época fueron verdaderos profetas de cambio; su ejemplo muestra de qué son capaces los jóvenes cuando se abren al encuentro con Cristo»
«A través de la santidad de los jóvenes la Iglesia puede renovar su ardor espiritual y su vigor apostólico. El bálsamo de la santidad generada por la vida buena de tantos jóvenes puede curar las heridas de la Iglesia y del mundo, devolviéndonos a aquella plenitud del amor al que desde siempre hemos sido llamados: los jóvenes santos nos animan a volver a nuestro amor primero (cf. Ap 2,4)»[21]. Hay santos que no conocieron la vida adulta, y nos dejaron el testimonio de otra forma de vivir la juventud (Exhortación Christus Vivit, 49-50).

El camino con los jóvenes no puede llevarse a cabo al margen de las familias, ya que, tal como indica el Papa Francisco en la exhortación postsinodal Christus Vivit, la pastoral familiar en coordinación con la pastoral juvenil constituyen espacios privilegiados de acompañamiento a la juventud. 

Ha de realizarse también un trabajo articulado con la pastoral educativa y la animación vocacional, con la finalidad de acompañar a los jóvenes en el discernimiento de la propia vocación, buscando descubrir el plan de Dios en su vida.

Queremos caminar con la juventud, aprendiendo de su generosidad y de su compasión y ayudándoles a crecer desde la fragilidad y la fragmentación hacia una integración gozosa de sus vidas en Dios y con los demás.

Los Jóvenes seguidores de Jesucristo, al estilo de la Santísima Virgen María

 “Vive Cristo, esperanza nuestra, y Él es la más hermosa juventud de este mundo. Todo lo que Él toca se vuelve joven, se hace nuevo, se llena de vida”. Jesús es «joven entre los jóvenes para ser ejemplo de los jóvenes y consagrarlos al Señor». Por eso el Sínodo dijo que «la juventud es una etapa original y estimulante de la vida, que el propio Jesús vivió, santificándola» (Christus Vivit,1 y 22)

La Santísima Virgen siendo muy joven, recibió el anuncio del ángel y no se privó de hacer preguntas, pues quedó conmovida y había cosas que no entendía (cf. Lc 1,34). Sin embargo, su corazón estuvo abierto, disponible para Dios; por ello dijo: «Aquí está la servidora del Señor» (Lc 1,38).

Los jóvenes han de admirar la fuerza del “sí” que María joven le responde al ángel, que más que un simple sí fue un “hágase en mí” que comprometió toda su existencia. Fue el “sí” de quien quiere arriesgarse, apostarlo todo, sin más seguridad que la certeza de saber que era portadora de una promesa. María tendría, sin dudas, una misión difícil, pero las dificultades no eran una razón para decir “no”. Su sí se fundamentó en la obediencia de la fe, puso toda su confianza en el Dios fiel a sus promesas.

María era la joven de alma grande que se estremecía de alegría (cf. Lc 1,47), era la jovencita con los ojos iluminados por el Espíritu Santo que contemplaba la vida con fe y guardaba todo en su corazón (cf. Lc 2,19.51). Era la inquieta, la que se pone continuamente en camino, que cuando supo que su prima la necesitaba no pensó en sus propios proyectos, sino que salió hacia la montaña «sin demora» (Lc 1,39) (Christus Vivit, 46)

Jóvenes con valores, signo de esperanza

Los jóvenes son parte de la sociedad actual, marcada por constantes cambios, al punto de ser llamada por algunos pensadores “sociedad del riesgo” o de la “Modernidad líquida” (Bauman, Z. 2002, citado por CED 2019: 5). No obstante, en ellos descubrimos valores evangélicos que, frente al panorama ensombrecido, a través del cual con frecuencia se define la juventud, representan un rayo de luz y un signo de esperanza.

Así en los jóvenes se percibe:

  •  El talante alegre y festivo ante la vida, pese a las vicisitudes que día a día deben afrontar para ver realizados sus sueños. Su constante cuestionamiento a la realidad y su capacidad para responder de manera creativa y dinámica a los desafíos sociales, no les permite conformarse con el mínimo, dándoles la oportunidad de desplegar todas sus potencialidades en la conquista de una sociedad más sana y sostenible.
  •   Una legítima aspiración de cambio para vivir en una sociedad más justa y habitable, lo que les hace luchar para instaurar “valores como la solidaridad, la amistad, la pluralidad, el respeto, la paz y la justicia”. (Orive Grisaleña 2001: 615).  
  •   Los jóvenes son sensibles ante la injusticia y la transgresión de los derechos de la persona.
  • Los jóvenes poseen capacidad para descubrir el valor del testimonio por encima de las palabras y las creencias. De ahí que más que de maestros demandan el acompañamiento de testigos.
  • Es de valorar el aporte de tantos jóvenes en nuestro país que, con esfuerzo, audacia y espíritu emprendedor “se han destacado en las artes, el deporte, en el ámbito empresarial y educativo convirtiéndose en líderes y referentes a nivel nacional” (CED 2019: 9).

Otros muchos valores se pudieran señalar en los jóvenes, y que son motivo de esperanza para la sociedad y la Iglesia.