Animacion Vocacional

“Fueron, vieron donde vivía y se quedaron con Él aquel día”

(Jn 1,39)

La Animación Vocacional ocupa un puesto particular en el acompañamiento de todos los que, sintiendo que el Señor les llama, desean entregarse a su servicio por medio del sacerdocio, en la Vida Consagrada o en el estado Laical. La Animación vocacional comienza en el seno de la familia como Iglesia Domestica donde se inicia la transmisión de la fe y continúa en la comunidad cristiana. Debe dirigirse a los niños, adolescentes y jóvenes para ayudarlos a descubrir el sentido de la vida y el proyecto que Dios tenga para cada uno, acompañándolos en su proceso de discernimiento vocacional.

“La misión de la vida consagrada y la vitalidad de los institutos religiosos depende indudablemente de la fidelidad con la que los consagrados responden a su vocación, pero tienen futuro en la medida en que otros hombres y mujeres acogen generosamente la llamada del Señor”  (VC 64). Por ello, con la animación vocacional pretendemos hacer que otras jóvenes encuentren a Jesucristo, acojan su llamada y le sigan con disponibilidad, desde la vivencia de nuestro Carisma y Espiritualidad.

Desde nuestro compromiso con la animación vocacional de nuestro Instituto, somos llamadas a orar y trabajar por las vocaciones, siempre conscientes de que la fecundidad de la propuesta vocacional depende inicialmente de la acción gratuita de Dios, pero como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la riqueza del testimonio personal y comunitario (cf. Benedicto XVI). 

Con la convicción de que la vocación es un don recibido de Dios y que nuestra tarea es ayudar a discernirla,  procuramos acompañar a las jóvenes de manera personalizada y sistemática en un profundo discernimiento de su vocación, con estrategias que dinamicen el proceso y les proporcionen las herramientas básicas para responder a Dios en libertad.

En este camino de acompañamiento y discernimiento vocacional contamos con la presencia amorosa de la Santísima Virgen María de la Altagracia. Ella en sus condiciones concretas de vida se adhirió totalmente a la voluntad de Dios, porque acogió la Palabra: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según su palabra” (Lc 1,38).

María, Madre del sí

María, Madre del sí, tu ejemplo me admira. Me admira porque arriesgaste tu vida; me admira porque no miraste a tus intereses, sino a los del resto del mundo; me admira y me das ejemplo de entrega a Dios. Yo quisiera, Madre, tomar tu ejemplo y entregarme a la voluntad de Dios como tú. Yo quisiera, Madre, seguir tus pasos, y a través de ellos acercarme a tu Hijo. Yo quisiera, Madre, tener tu generosidad y entrega para no decir nunca «no» a Dios. Yo quisiera, Madre tener tu amor para ser siempre fiel a tu Hijo. Madre del sí, pide a tu Hijo por mí, para que me dé tu valentía. Pide a tu Hijo por mí, para que me conceda un corazón enamorado de él. Pide a tu Hijo por mí, para que me dé la gracia necesaria para entregarme y no fallarle nunca, amén.