CELEBRACION VII ASAMBLEA ORDINARIA

Del 4 al 8 de este mes de Julio celebramos con gozo nuestras VII Asamblea General Ordinaria, con el tema: “Desde el discernimiento escuchamos el Hágase de María, abrazamos el amor del Dios encarnado que nos resitúa en nuestras experiencias fundantes y nos envía a servir”.
Siguiendo la metodología de la conversación espiritual, tuvimos la oportunidad de:

Profundizar la Espiritualidad, teniendo como referencia directa el Hágase de la Santísima Virgen, por nuestra vinculación a Ella como Madre y Patrona del Instituto.

Nuestra Madre Santísima al proclamar su Hágase pone al descubierto su entera disponibilidad para cooperar con Dios, dejándose conducir por Él en la obra de la redención. Su Hágase es escucha activa traducida en atención amorosa y acogida. Su vida de íntima amistad con el Señor cultivada por medio del silencio le afinan el oído para escuchar la Palabra, y con su corazón sencillo, abierto de par en par a Dios, la encarna haciéndola vida en las diversas circunstancias de su misión.

Contemplar el amor del Dios encarnado que nos resitúa en nuestras experiencias fundantes.

Las experiencias fundantes han sido como una fuente a la que podemos volver en todo tiempo, a nivel personal y como Cuerpo Congregacional, haciendo memoria grata de la manera cómo Dios se ha ido manifestando en nuestra historia. Hemos sido sostenidas y acompañadas por el amor y la fidelidad de Dios que nos prometió estar con nosotras todos los días (Mt 28,20) y que a su vez nos compromete con su misión en la extensión del Reino.

Profundizar el servicio que realizamos como opción de vida, que brota del amor y la contemplación de Cristo.

La dimensión Cristológica es un elemento esencial del Carisma, ya que en cada carisma predomina un profundo deseo de configuración con Cristo, de testimoniar algún aspecto específico de su Misterio, aspecto de Cristo que está llamado a encarnarse y desarrollarse en la tradición más fidedigna de cada Instituto, según las Constituciones (Cfr.VC 36).

En nuestro Carisma ocupa un lugar fundamental la actitud de servicio, en dimensión de ofrecimiento, que ha de brotar de la contemplación a Cristo y que cada Hija de la Altagracia debe asumir en una entrega gozosa de la propia vida.

Nuestro servicio ha de ser “por Cristo, con Cristo y en Cristo”.

Escucha atenta desde el Hágase de la Santísima Virgen Maria

La Santísima Virgen vivió en una actitud constante de escucha. Nos ayudaría preguntarnos ¿cómo pudo lograrlo? Para ello hay que preguntarse ¿a quién escuchó María? San Lucas en su evangelio nos responde: la Santísima Virgen escuchó ante todo a Dios “Felices, pues, los que escuchan la Palabra de Dios y la observan” (Lc 11,28); y desde esa escucha atenta a Dios aprendió a escuchar con solicitud a los hermanos.

Escuchar a Dios implicó para la Virgen creer en Él, peregrinar en la fe: “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45). De ahí que la reciprocidad entre Palabra de Dios y fe se ha cumplido plenamente en María, que con su Hágase cumple perfectamente la vocación divina de la humanidad (cf. Lc 1,38). Su fe obediente llena cada instante de su existencia según la iniciativa de Dios.

Virgen a la escucha, vive en plena sintonía con la Palabra divina; conserva cuidadosamente los acontecimientos de su Hijo y los meditaba en su corazón (Lc 2,19).

Nuestra Señora de la Altagracia, Protectora del Pueblo Dominicano y Patrona del Instituto Hermanas Hijas de la Altagracia

“Oh Señora y Madre mía de la Altagracia. Con filial cariño vengo a ofrecerte en este día, cuanto soy y cuanto tengo: mis ojos para mirarte, mi voz para bendecirte, mi vida para servirte, mi corazón para amarte. Acepta, Madre, este don que te ofrenda mi cariño y guárdame como a una niña cerca de tu corazón. Que nunca sea traidor al amor que hoy me cautiva y que desprecie sin pena con complacencia de otro amor. Aunque el dolor me taladre y haga de mí un crucifijo, que yo sepa ser tu hija, que sienta que tú eres mi Madre. En la dicha, en la aflicción, en mi vida, en mi agonía, mírame con compasión, no me dejes Madre mía, amén”

Como Iglesia hemos sido convocados por el Santo Padre, el Papa Francisco, al año Jubilar 2025, con el tema” Peregrinos de la esperanza”. Es una ocasión propicia para contemplar desde la oración profunda la presencia de Dios en toda la historia salvífica, ya que en su Hijo Jesucristo nos ha amado y plenificado, devolviéndonos la condición de hijos amados. El llamado a la esperanza nos dispone a una peregrinación espiritual para redescubrir cómo nuestro Padre Dios camina con su pueblo. Amerita de nosotros una mirada contemplativa, pues la esperanza nos sitúa desde la profundidad del amor.

Somos amados en el Hijo Amado desde ese misterio salvífico de la Redención. La Iglesia ha tenido la misión de anunciar la esperanza como respuesta a la acción del Espíritu Santo en nuestras vidas de bautizados, con esa gracia recibida podemos caminar como hijos/as de Dios y esa esperanza no defrauda nunca. Por tanto, el llamado es a renovar la experiencia del amor de Dios que nos lleva a transitar por sus caminos que es la santidad. Este amor de santidad nos conduce en la esperanza que nos aguarda de contemplar un día cara cara el rostro amoroso de nuestro Padre Celestial.

Somos invitados a sumergirnos en la escuela de la Santísima Virgen María. Ella fecundada por la acción del Espíritu Santo dio el consentimiento con su Hágase para que la Palabra se encarnará. Es Ella portadora de la esperanza, peregrina de la fe y embajadora de la paz.

Que la Santísima Virgen nos enseñe a recuperar la fuerza y la certeza de mirar y caminar hacia el futuro con “fe intensa, esperanza viva y caridad operante; con el corazón siempre confiado en el Señor.

Peregrinación Hijas de la Altagracia, Santuario Higüey.

¡47 años sembrando alegría y esperanza; engendrando vidas para Dios!
El pasado 11 de diciembre 2024, las Hermanas Hijas de la Altagracia celebramos con alegría el 47 aniversario de fundación congregacional. Fue una excelente oportunidad para celebrar la presencia ininterrumpida del Dios generoso y fiel en nuestro Instituto, que con amor eterno nos ha amado (Cf Jr 31,3). Asimismo, nos regocijamos junto con María, nuestra Madre Santísima de la Altagracia, bajo cuyo patrocinio nos encontramos. Como Ella queremos proclamar la grandeza del Señor que ha obrado grandemente en nuestro Instituto en el recorrido de estos años, y con alegría cantar sus alabanzas; porque se ha fijado en nuestra pequeñez usándonos como instrumento para hacer vida en la Iglesia el Don Carismático y por este medio muchos alcancen la salvación.
¡Que Dios sea glorificado y eternamente adorado! y que nuestra Madre Santísima nos ponga con su Hijo en el mayor amor y servicio.